La industria de la automoción está experimentando una etapa disruptiva determinada por un lado, por la electrificación y por otro, por los nuevos modelos de negocio: pago por uso, venta on-line e incluso por la conducción autónoma.
Además de por la situación sanitaria actual, la digitalización nos ha hecho observar que la el usuario cada vez se acerca menos al concesionario sino que se guía por lo que puede ver y tocar a través de la pantalla, ya sea de su ordenador o, principalmente, de su smartphone. El nuevo comprador solo acude al concesionario al final del proceso, cuando quiere averiguar cuestiones concretas sobre el funcionamiento del coche que ha elegido, probarlo o cerrar la operación.
Es el cada vez más extendido “efecto ROPO” (Research Online-Purchase Offline), que se traduce en que el consumidor busca un producto o servicio en Internet, pero termina haciendo la compra en un establecimiento físico. Generalmente, el mejor precio marcará la decisión, pero también influye mucho su expectativa ante una buena experiencia de compra; con frecuencia, el consumidor está dispuesto a ahorrar un poco menos a cambio de asegurar una adquisición más satisfactoria.
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